Hace un año Wuhan parecía una ciudad fantasma con habitantes muy asustados, pero este sábado la metrópolis china celebra el primer aniversario de su confinamiento con una mezcla de orgullo, por haber superado el trauma de la Covid-19, y cautela ante una posible recaída.
La enorme ciudad del centro de China fue, a finales de 2019, la primera del mundo en sufrir lo que entonces era un misterioso virus asesino. Y el 23 de enero de 2020, cuando el balance oficial daba cuenta de 17 muertos, el régimen comunista ordenó un confinamiento para frenar la epidemia.
Los eventos masivos fueron cancelados, tiendas, escuelas y oficinas cerraron, negocios esenciales operaban con restricciones, comenzaba a implementarse el uso obligatorio en calles del cubrebocas y el distanciamiento social, eran algunas de las características que se observaban en Wuhan, y que poco tiempo después también iban a llegar a todo el mundo.
Las estaciones de tren y los aeropuertos cerraron, al igual que los comercios, las carreteras quedaron bloqueadas y el transporte, paralizado.
Durante 76 días, Wuhan quedó aislada del mundo, con los habitantes encerrados en casa por miedo al virus y los hospitales saturados por la cantidad de pacientes.
Los 11 millones de habitantes de la ciudad china quedaban sorprendidos por la magnitud del problema, mientras tanto, los hospitales comenzaban a llegar de manera frecuente casos del virus y se registraban las primeras muertes de pacientes sin diagnosticarles de manera precisa de que se trataba.
Hoy, un año después, en Wuhan se puede observar a personas transitar todavía con ciertas medidas sanitarias, como el uso de cubrebocas, pero con un poco más de libertad, como la reapertura y asistencia de jóvenes en discotecas.
Está nublado y se respira un aire contaminado, pero este sábado por la mañana los habitantes han salido a hacer gimnasia a lo largo del Yangtsé y grupos de jubilados bailan en un parque.
La ciudad, epicentro de la epidemia, parece un remanso de paz sanitaria si se compara con muchos lugares del mundo.
Los jóvenes saborean la libertad, mientras que buena parte del planeta vive bajo toque de queda y medidas de distanciamiento.
(información de Eje Central)