Lo escalofriante del filme es que nos da las pistas de los sucesos ocurridos, haciendo que seamos los espectadores quienes debamos armar el todo: Daniel, el hijo, se encuentra en la penitenciaría por haber intentado asesinar a su esposa Marcela y a su hijo Martín. En el interior del hogar, la empleada doméstica comete un acto incomprensible y que solo se revela en la media hora final, que la conduce a la cárcel por 18 años.
Estos dos relatos paralelos, que al comienzo parecen como molestos en su ensamblaje, se revelan con absoluta lucidez en esa media hora demoledora, donde todo se revela y todo se transforma para siempre en el seno de una familia que, hasta entonces, ha vivido en una burbuja.
De manera notable, el joven director une las piezas de este rompecabezas, en el cual surgen temas tan potentes como los de violencia de género, abuso sexual, corrupción de la justicia, y el mundo de las apariencias sociales que repercutirá de modo directo en la estabilidad matrimonial.
Otro punto a favor de esta película argentina lo constituye su poderoso guion, escrito por Schindel y Pablo Del Teso, que está bien elaborado, resulta convincente sin necesidad alguna de mostrar los hechos, en una apuesta arriesgada y efectiva ya que se pudo abusar de imágenes dolorosas e impactantes, pero el realizador prefiere la sobriedad y apuesta todo el dramatismo a partir de lo que no se ve pero se intuye, lo cual le confiere a su argumento mayor solidez y potencia.
Otros elementos destacables de la puesta en escena de esta película lo constituyen su banda sonora -precisa y sin estridencias- y su muy elaborada fotografía, donde sobresalen los juegos de luz en las tomas de exteriores en las calles de Recoleta en oposición al trabajo fotográfico dedicado a los ambientes interiores. Todo este juego queda plenamente graficado en la notable escena inicial del corredor oscuro que conduce hacia el baño de la casa donde el realizador entrega el dato preciso para que los espectadores entiendan que se trata de un relato lleno de sobresaltos y de sorpresas.
Crímenes de familia no es una obra maestra, por allí hay personajes estereotipados y se adivina el engranaje corrupto de la justicia como sucede en todas partes y el drama de Gladys, la empleada, pudo explicarse más y entregar más sustancia dado su peso dramático, pero es una película que no solo cumple su cometido de impactar con un caso doloroso y real, está excelentemente actuado por Cecilia Roth, en su papel de madre abnegada y esposa aburrida que pasa de tomar té y comentar trivialidades con sus amigas a tomar conciencia de que está viviendo sobre una bomba a punto de estallar. En ese descubrimiento de la triste realidad, que la hace tomar consciencia de su lugar en el mundo, se asemeja al notable papel que alguna vez interpretó la también excepcional actriz Norma Aleandro para esa joya del cine argentino “La Historia Oficial”. Ambas miradas descubren que es su propio hogar un infierno que ellas han ignorado, pero que una vez descubierto implica un viaje sin retorno hacia su emancipación y dignificación como mujer.
Ficha técnica:
Título: Crímenes de familia. Duración: 99 minutos. Año: 2020. País: Argentina. Idioma: español. Género: thriller/drama psicológico. Director: Sebastián Schindel. Guion: Sebastián Schindel y Pablo Del Teso. Música: Sebastián Escofet. Fotografía: Julián Apezteguía. Elenco: Cecilia Roth, Miguel Ángel Solá, Benjamín Amadeo, Sofía Gala Castiglione, Yanina Ávila, Paola Barrientos, Diego Cremonesi, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel, Santiago Ávila y Marcelo D’Andrea. Disponible en la plataforma de Netflix.
@VictorBorquez
Periodista, escritor y Doctor en Proyectos de Comunicación