Al llegar a México de mi natal Torreón, en 1980, resonaba aún muy fuerte el recuerdo de aquel su montaje: "Lástima que sea Puta". En 1986 en el "Teatro Santa Catarina", vi un espectáculo de su autoría y de Raúl Falcó, mismo que él mismo dirigió y actuó: "Espejos". Un divertimento musical- loco- cachondo.
Son de esas obras que recuerdas instantes, no una unidad, y no por la distancia del evento, en su momento sentí lo mismo. Viene la imagen del buen Mauricio Davison que hacía al piloto y cineasta Howard Hughes y del mismo Gurrola que era 'Tiresias", el ciego profeta griego y el Dios todo poderoso de aquel extraño ámbito donde sucedía aquel surrealismo.
Recuerdo las quejas de lamento trágico de Davison a Tiresias, diciendo obsesivamente: ¡Ah don Tire...don Tire! Vislumbro mujeres en la cachondería en bikini, en ropa sexy, bailando al ritmo de la canción: "Mujeres...juramos y prometemos por las mujeres".
Veo a un enloquecido y juguetón Giménez Cacho y a Gurrola, en traje blanco, lentes oscuros, como el Dios toda luz del espectáculo. Era un juego lúdico que entraba por los sentidos, nunca por el ordenamiento del principio medio y fin. Ese espectáculo rompía con todas las unidades y ahí encontraba su razón de ser. Gurrola, ser indómito, de otra galaxia desconocida.
Hoy desperté envuelto en la atmósfera de aquel recuerdo, un mítico avión en el espacio teatral, mujeres sacerdotisas bailando, sí, como aquel espectáculo delirante en el "Teatro de Santa Catarina", ese llamado "Espejos". Quizá todo tiene una razón de ser: extraño al teatro como un condenado, sólo feliz al recrearlo y recordarlo. Que pronto podamos recobrarlo.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan