Meses después, el 22 de febrero de 1847, se libraría la famosa "Batalla de la Angostura" al sur de la ciudad de Saltillo, lugar donde también participarían "Los Patricios", para luego, el 12 de septiembre, justo antes del ataque americano en Chapultepec, los sobrevivientes del Batallón de San Patricio serían conducidos al pie de la colina de Mixcoac, para cumplir una cita con la horca tras la “Batalla de Churubusco”, en la que fueron hechos prisioneros por los americanos.
Un capitán judío amigo de Riley, intercedió por él contra su voluntad, logrando salvarle de la muerte, pero no de los 59 azotes y las dos marcas con la “D”, inicial de “deserter”, impuestas a hierro candente en cada mejilla. El resto del batallón fue dispuesto al cadalso hecho especialmente para la ocasión, en el que la muerte no llegaba rápidamente por fractura de vértebras, sino lenta y agobiante por asfixia. “Ahorcarlos no es suficiente” decían los americanos. Antes de la orden final, un maltrecho John Riley, alcanzó a balbucir: ¡Batallón de San Patricio!, y sus hombres respondieron: “Presente”, justo antes de morir por la patria.
Héroes que al grito de “México libre” y “Erin Go Bragh” (Irlanda por siempre), demostraron que la vida, es el precio que se paga por el derecho de entrar en las páginas de la historia.
Excelente lectura recomendada sobre el tema, es el libro "Batallón de San Patricio" del autor italiano, Pino Cacucci, editorial Grijalbo 2018.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.
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